En el segundo episodio del Podcast En Familia comparto mi visión acerca del comportamiento de los hijos, que es lo que pienso que pasa en esos momentos desafiantes.
Transcripción:
Hola a todos y bienvenidos a la segunda entrega del podcast En Familia. En el episodio anterior hemos hablado sobre cómo replantear nuestro rol de madres y padres en la relación con nuestros hijos. Si aún no lo has escuchado te animo a hacerlo y a descubrir si eres carpintero o eres jardinero. Y hoy te propongo reflexionar sobre el comportamiento de nuestros hijos, replantear su comportamiento desde una visión centrada en ellos, en sus vivencias y las etapas de desarrollo que atraviesan.
Estamos viviendo en una época en la que la infancia casi se ha patologizado, estamos buscando problemas constantemente. Muchos de los comportamientos que hoy en día consideramos problemáticos hace generaciones estaban vistos como comportamientos normales para los niños. Considero que parte y que tiene mucho que ver con la industria médica, con la manera en la que se monitorizan los embarazos y la manera de dar a luz. Luego con los primeros meses y años de vida en los que estamos constantemente haciendo comparaciones entre los niños, midiendo su desarrollo y su crecimiento con gráficos y curvas. Estamos constantemente observando a los niños, evaluando, documentando su crecimiento, su desarrollo y su comportamiento. Luego interviene la educación, miramos a ver si tienen necesidades y dificultades específicas, la intervención temprana.
No quiero que me malinterpretes. Gran parte de todas estas actuaciones son legítimas y hay niños que realmente las necesitan. Sin embargo, a gran escala, hemos llevado este tipo de pensamiento y de actitud hacia los niños a la extrema, y es muy perjudicial para los padres y para nuestra relación con nuestros hijos, nos induce muchísima ansiedad. Pensar que los niños actúan de la manera en la que actúan porque siempre tienen un problema, o porque nos quieren perjudicar a nosotros sus padres, sus abuelos, sus profes, sus cuidadores…. es una manera de deshumanizar a los niños.
Te propongo un primer enfoque, un primer replanteamiento:
Los niños que pensamos que nos hacen pasar malos ratos, están, en realidad, pasando un mal rato.
Tendemos a pensar que los niños actúan de manera intencionada, para provocarnos de alguna manera. Pensamos sobre algunos niños que son niños difíciles, retadores, movidos. Usamos todas estas etiquetas, que en ocasiones pueden ayudar para comunicar de manera más rápida lo que manifiestan los niños en cuanto al comportamiento. Sin embargo la realidad es que lo que sea que los niños expresen a nivel externo, es una forma de lo experimentan a nivel interno. Lo repetiré: Lo que los niños expresan a nivel externo es lo que experimentan a nivel interno. Y es algo que tiene sentido, incluso para los adultos. Los niños generalmente no tienen comportamientos que no tienen sentido. Porque están, en las edades tempranas, muy conectados con su propio ser, con sus emociones y su cuerpo tiende a expulsar cualquier tensión acumulada, no reprime. Porque la naturaleza es sabia y nos ha hecho expulsar todo lo que sabe que nos daña por dentro y nos desequilibra.
Los niños tienen dificultades en los momentos de cambio, principalmente porque a nivel cerebral están en pleno desarrollo y aún no tienen las herramientas de autogestión interna para manejar de manera eficaz situaciones estresantes para ellos. Responden 100% fiel a la manera en la que experimentan la realidad en cada momento. Cada persona busca cooperación, conexión….
Si nos parece que no es así puede que el niño no haya recibido la información que necesitaba, o no le quedan claros los límites que hemos establecido, o no está suficientemente maduro a nivel cerebral para la situación que está experimentando, o no está en el entorno adecuado para ese momento, o puede que no haya dormido lo suficiente y está cansado, o puede que tenga hambre, frío, calor….hay multitud de dificultades que los niños no saben verbalizar.
Cuando te des cuenta de que juzgas y etiquetas a un niño como difícil, malo, torpe, lento, cabezón….cualquier etiqueta que pueda que le pongas, date cuenta de que siempre hay una razón….aunque no siempre vamos a poder saber con precisión cual es. Habrá también momentos en los que sí podemos solucionar el problema porque hemos descubierto las causas: podemos cambiar la hora de ir a la cama y de despertarse por la mañana, reorganizar nuestro tiempo para pasar más momentos juntos, o para dejar a nuestros hijos que vayan a su ritmo cuando se visten, o cuando comen, o cuando se bañan … en definitiva, podemos llevar a cabo todas las actuaciones externas que puede ayudar a nuestro hijo a atravesar una temporada difícil. Sin embargo siempre hay que tener en cuenta que un comportamiento desafiante es nada más que un indicador de una experiencia, de una vivencia interna desafiante para el niño. Y aunque descubramos o no la razón, el motor que alimenta este comportamiento, lo mejor que podemos hacer para nuestros hijos es estar siempre disponibles, estar cerca, hacerles captar el mensaje de que pase lo que pase pueden contar con nosotros y que nuestro amor no se puede ver afectado por factores externos. Ofrecerles un espacio seguro para manifestar el malestar que sienten, sin sentirse juzgados, criticados, humillados por no conseguir gestionar mejor la situación.
Y, vamos a ser sinceros, nosotros, ya adultos y con muchísima más experiencia que ellos en aquello de gestionar situaciones de vida complejas, ¿somos siempre capaces de mantener la calma, hablar con respeto y actuar de forma madura? Personalmente se que a veces yo misma parezco una niña de 4 años, no mi hijo, o una de 2 como mi hija. ¿Quién de nosotros no ha tenido un mal día? O un día torpe? Hay alguien que no se haya levantado gruñón alguna vez? Por experiencia propia también se que cuando tengo hambre estoy de un mal humor imposible y he experimentado situaciones que me da vergüenza recordar, de hablarles mal a mis hijos, no tener paciencia, verdaderas rabietas de adulto. Qué te voy a contar de cuando estoy cansada por no dormir lo suficiente? Cómo podemos entonces pedirles a ellos que gestionen bien situaciones que son un reto para nosotros mismos?
Aquí es donde me gustaría invitarte a considerar un segundo replanteamiento de estos comportamientos:
Equivocarse es algo normal y es bueno.
Es importante tanto para nosotros como para nuestros hijos y la relación que tenemos con ellos normalizar los comportamientos y actitudes desafiantes, difíciles, los que podamos etiquetar como “equivocados”. La condición humana en sí es la de experimentar vivencias complejas, con alti-bajos, emociones positivas y negativas (que en realidad no son buenas y malas, son todas emociones muy importantes que necesitamos experimentar para vivir y que cada una tiene su rol y su importancia). Descubrimos cómo gestionar los conflictos metiéndonos en conflictos, o cómo gestionar riesgos viviendo situaciones arriesgadas. Es una oportunidad para nosotros, los padres, poner en práctica herramientas de gestión de estas situaciones complejas y que nuestros hijos experimenten y aprendan de nosotros como gestionar los conflictos y las situaciones difíciles de la vida en general. No tengamos miedo a vivir situaciones complicadas con nuestros hijos, y tampoco tengamos miedo a equivocarnos. Las mejores cosas en la vida se suelen aprender a través de errores. Los bebés aprenden a caminar porque no tienen miedo a caerse (viven una situación arriesgada en esos momentos), y generalmente se caen muchísimas veces hasta aprender a caminar bien. Pero es solo la confianza que tienen en ellos mismos de que lo van a conseguir lo que realmente les hace seguir y seguir y levantarse cada vez que se caen y volver a empezar. Aprenden a comer solos haciendo un desastre una y otra vez, hasta que consiguen encontrar la boca con la cuchara o con el vaso, o incluso con la mano.
Los adultos solemos vivir los errores, los fracasos, el dolor como algo muy negativo, malo y la idea principal en este replanteamiento que te propongo es entender y abrazar la idea que nada de eso es malo o negativo, no hay nada malo en equivocarse….en realidad es un regalo.
El regalo del crecimiento, de la vida, de la experiencia de la vida.
Empieza a ver las situaciones que consideras complicadas simplemente lo que son: una rabieta, una descarga de emociones acumuladas, y trata de encontrar soluciones de manera natural y desde la empatía, el respeto y el amor, con menos juicios. Haz una analogía con el tiempo o con las estaciones del año. Vaya, está lloviendo! Qué puedo hacer en esta situación? Puede que decida coger el paraguas, o un chubasquero, botas de agua, lo que sea que me ayude atravesar el momento. Normalizar una situación no significa no hacer nada, todo lo contrario. Significa comprometerse con la situación, sin embargo dejar de lado los juicios y el sufrimiento. Significa dotarnos de aquellas herramientas que necesitamos para vivir la mejor experiencia posible en la situación que nos toca vivir.
Podemos hacer uso de todas las estadísticas y curvas de crecimiento y teorías de desarrollo que tratan sobre lo que un niño debería ser y hacer a una edad específica, pero hemos de desprendernos de todo eso. Abrazar la diversidad y la manera de comunicar de nuestros hijos, porque, en definitiva, todo comportamiento humano es comunicación. La manera que nuestros hijos tienen de expresarse es a través del comportamiento. Cuando nos gritan o cuando no nos quieren hablar, cuando escupen a sus hermanos, cuando se frotan los ojos, cuando tiran algo al suelo….. todo es comunicación, expresión de su mundo interior, de cómo se sienten y de qué manera en particular experimentan la situación que están vivenciando. Nos podemos convertir un poco en detectives e intentar averiguar de dónde salen esos comportamientos, o podemos simplemente abrazar la situación y vivirla tal cual…..sin dramas ni juicios….hay una descarga emocional ahora, o mi hijo está expresando su enfado…..al igual que hay tormenta fuera, o está lloviendo, o nos tenemos que quedar encerrados en casa por un mes debido a un virus que conseguiremos parar. ¿Tratarías de parar una lluvia? o ¿te prepararías para poder vivir y disfrutar de la mejor forma posible mientras dure?
Hasta aquí hemos llegado….hasta el próximo episodio os dejo con el lema que inspira este proyecto: SI TE ATREVES A CRIAR NUNCA DEJES DE CRECER.
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